Hace ya unas cuantas semanas, aprovechando uno de esos
puentes que hubo a finales de abril, estuve pasando unos días en el parque
natural del Moncayo y sus alrededores, en las próximas entradas os voy a ir
contando algunas de las rutillas y cosas de interés que vimos en este mágico
territorio.
Para empezar os voy a comentar una ruta preciosa en una zona
poco transitada de este majestuoso territorio.
Buscábamos una ruta no muy dura, pero que nos ocupara buena
parte del día, y la verdad es que lo que queríamos era buscar esa soledad que
te dan los marojos, esa tranquilidad que transmite el agua de los arroyos
cuando golpea contra las rocas, y para poder disfrutar de la naturaleza en este
estado, hay que buscar zonas poco transitadas, lo que nos hizo alejarnos del
ajetreo y la masificación que se da entorno al centro de Agramonte y el
santuario de la Virgen de Moncayo. Por ello elegimos una ruta próxima al municipio
de Añon del Moncayo, donde en el centro de interpretación nos atendieron
magníficamente y nos informaron perfectamente del recorrido.
Nuestro objetivo era ascender por el barranco de Horcajuelo
hasta llegar a los pastos de montaña. Para ello hay que pasar Añon y
atravesando la puerta del lugar dirigirnos hasta una explotación de cabra
moncaina situada a escasos metros de un parquin señalizado.
Desde los aparcamientos en el fondo del barranco,
solo queda seguir la senda que discurre por el fondo del barranco de horcajuelo, esta senda esta bien marcada pero deja ver que es una zona poco transitada, siguiendo la senda iremos vadeando el barranco una y otra vez, eso si, siempre encontramos buenos pasos para pisar sobre piedras, por lo que no hay demasiados problemas para cruzar el arroyo tantas veces como marque la ruta.
solo queda seguir la senda que discurre por el fondo del barranco de horcajuelo, esta senda esta bien marcada pero deja ver que es una zona poco transitada, siguiendo la senda iremos vadeando el barranco una y otra vez, eso si, siempre encontramos buenos pasos para pisar sobre piedras, por lo que no hay demasiados problemas para cruzar el arroyo tantas veces como marque la ruta.
El barranco tenía una magia especial, la niebla cubría la
parte alta y volaba a gran velocidad sobre la calma que en el fondo del
barranco podíamos disfrutar, y que decir de la riqueza botánica de esta zona,
impresionantes acebos, y coloridas flores alegraban todo el camino.
Mas adelante nos separamos del curso del agua para empezar a coger algo de altura, bien se nota esto en la vegetación, que va siendo mas pobre y menos impresionante, con grandes zonas de piedra desnuda que nos van conduciendo hacia el final del barranco, y después del barranco la amplitud de los prados de montaña se habré ante nuestros ojos, unos pastos bien aprovechados por el ganado ovino que en esta época del año estas tristes y solitarios.
Hasta aquí la ruta del barranco, pero si todavía nos quedan
mas ganas de andar adelante, desde allí se puede continuar con las rutas
ciclistas que están perfectamente señalizadas, nosotros seguimos caminando
hacia cerro morrón, dejando la cima del Moncayo a nuestra espalda, tras unos
kilómetros recorridos llegamos a una paridera y a un refugio de pastores que
esta totalmente abierto y en perfecto estado, donde comimos algo y disfrutamos
de la calma que te transmite la naturaleza en estado puro, lejos de cualquier
coche y de cualquier fuente de ruido. De repente un cambio de viento lleno los
grandes prados con la boira que subía por los barrancos, era el momento de
ponerse en marcha otra vez y comenzar a desandar lo andado hasta llegar al
aparcamiento.
Nos quedamos con el recuerdo de una ruta muy bonita, que nos
permite disfrutar de la naturaleza salvaje que estos parajes nos ofrecen, y que
nos da la posibilidad de andar lo que nos apetezca, ya que es una ruta lineal
que tiene el fin donde tu se lo quieras poner.
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