Después de anunciar aguas y
tormentas, precipitaciones que ya son esperadas con los brazos abiertos tanto
por agricultores para poder sembrar, como por seteros para poder salvar la
temporada de otoño, nada. No ha llegado al medio litro por medio cuadrado lo
que se recogía en los pluviómetros de Daroca esta madrugada, antes de que el
sol se dejara ver entre las nubes.
Así que, con una temperatura
agradable y buen tiempo, había que salir a disfrutar de la naturaleza, del
campo y del otoño, y eso hemos hecho mi amigo Iván y yo esta tarde: Cogíamos
la furgo con las bicis cuando yo he salido de trabajar, y nos poníamos rumbo al
paraje protagonista por excelencia de las entradas de este blog, la Laguna de
Gallocanta, que ya tiene desde hace unas semanas las primeras grullas, que como
cada año cruzan toda Europa para venir a pasar el invierno aquí, a nuestra Laguna,
o al menos para repostar y descansar unos días antes de continuar su viaje
hacia el sur.
Dejamos la furgo en el pueblo de
Gallocanta, nos subimos a las bicicletas y nos ponemos en marcha para hacer la
ruta circular alrededor de la Laguna. Un poco de aire pero con una buena
temperatura nos acompaña en nuestros primeros kilómetros observando el pico de
Gallocanta y dejándolo a nuestra derecha para dirigirnos hacia Tobeñas. Los
primeros bandos de grullas se levantan ante nosotros, aprovechamos para hacer
alguna foto sin bajar de la bici, y poco más adelante paramos para observar una
buena bandada de grullas que descansan en la orilla salina de la Laguna, sin
perdernos de vista y siempre alerta. Las dejamos y continuamos hacia el
Cañizar. Salimos a la carretera que une Tornos y Bello y el aire cambia su
dirección ligeramente, y aumenta bastante su fuerza para dificultarnos nuestro
avance. Bajamos un poco el ritmo y continuamos hacia Bello, cuando a la altura
del Centro de Interpretación cuatro avutardas pasan volando la carretera
delante de nosotros para pararse a no más de un centenar de metros nuestro. Sin
detenernos continuamos hasta Bello, donde cogemos el camino de la depuradora,
ahora sí con el viento a favor.
Sorprendemos a tres grullas en un
pequeño navajo que se encuentra al lado del camino, dejándonos ver su colorido
y pudiendo distinguir el grupo familiar, los dos padres con su hijo de esta
primavera con la cabeza todavía parda, que pronto empezará a tornar de color
blanco las mejillas.
Seguimos adelante y una codorniz
rezagada de la migración sale de la tría de hierba del medio del camino, entre
las dos bicis, faltando muy poco para chocar con la rueda de Iván. La miramos
sin detenernos y seguimos junto a los árboles de Mateo para pasar por la
Pardina y llegar a la Reguera, donde paramos y subimos al observatorio. Un
vistazo rápido, ya que hoy vamos sin óptica para observar las aves, y seguimos
hacia la Ermita de la Virgen del Buen Acuerdo, donde nos detenemos unos minutos
para ver el atardecer y disfrutar de la calma de la Laguna antes de partir ya
cuesta abajo hasta Gallocanta, nuestro punto de partida.
Paramos los cuentakilómetros y
nos salen 30,6 kilómetros y una hora y media de recorrido, una cerveza para
recuperar con otros dos amigos que nos esperaban en el pueblo, y una vez más
una tarde divertida, haciendo deporte, y disfrutando de la naturaleza, el aire
libre, la Laguna y, cómo no, de las grullas.
:D
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