viernes, 25 de octubre de 2013

PEDALEANDO ENTRE TROMPETEOS



Después de anunciar aguas y tormentas, precipitaciones que ya son esperadas con los brazos abiertos tanto por agricultores para poder sembrar, como por seteros para poder salvar la temporada de otoño, nada. No ha llegado al medio litro por medio cuadrado lo que se recogía en los pluviómetros de Daroca esta madrugada, antes de que el sol se dejara ver entre las nubes.
Así que, con una temperatura agradable y buen tiempo, había que salir a disfrutar de la naturaleza, del campo y del otoño, y eso hemos hecho mi amigo Iván y yo esta tarde: Cogíamos la furgo con las bicis cuando yo he salido de trabajar, y nos poníamos rumbo al paraje protagonista por excelencia de las entradas de este blog, la Laguna de Gallocanta, que ya tiene desde hace unas semanas las primeras grullas, que como cada año cruzan toda Europa para venir a pasar el invierno aquí, a nuestra Laguna, o al menos para repostar y descansar unos días antes de continuar su viaje hacia el sur.
Dejamos la furgo en el pueblo de Gallocanta, nos subimos a las bicicletas y nos ponemos en marcha para hacer la ruta circular alrededor de la Laguna. Un poco de aire pero con una buena temperatura nos acompaña en nuestros primeros kilómetros observando el pico de Gallocanta y dejándolo a nuestra derecha para dirigirnos hacia Tobeñas. Los primeros bandos de grullas se levantan ante nosotros, aprovechamos para hacer alguna foto sin bajar de la bici, y poco más adelante paramos para observar una buena bandada de grullas que descansan en la orilla salina de la Laguna, sin perdernos de vista y siempre alerta. Las dejamos y continuamos hacia el Cañizar. Salimos a la carretera que une Tornos y Bello y el aire cambia su dirección ligeramente, y aumenta bastante su fuerza para dificultarnos nuestro avance. Bajamos un poco el ritmo y continuamos hacia Bello, cuando a la altura del Centro de Interpretación cuatro avutardas pasan volando la carretera delante de nosotros para pararse a no más de un centenar de metros nuestro. Sin detenernos continuamos hasta Bello, donde cogemos el camino de la depuradora, ahora sí con el viento a favor.


Sorprendemos a tres grullas en un pequeño navajo que se encuentra al lado del camino, dejándonos ver su colorido y pudiendo distinguir el grupo familiar, los dos padres con su hijo de esta primavera con la cabeza todavía parda, que pronto empezará a tornar de color blanco las mejillas.
Seguimos adelante y una codorniz rezagada de la migración sale de la tría de hierba del medio del camino, entre las dos bicis, faltando muy poco para chocar con la rueda de Iván. La miramos sin detenernos y seguimos junto a los árboles de Mateo para pasar por la Pardina y llegar a la Reguera, donde paramos y subimos al observatorio. Un vistazo rápido, ya que hoy vamos sin óptica para observar las aves, y seguimos hacia la Ermita de la Virgen del Buen Acuerdo, donde nos detenemos unos minutos para ver el atardecer y disfrutar de la calma de la Laguna antes de partir ya cuesta abajo hasta Gallocanta, nuestro punto de partida.
Paramos los cuentakilómetros y nos salen 30,6 kilómetros y una hora y media de recorrido, una cerveza para recuperar con otros dos amigos que nos esperaban en el pueblo, y una vez más una tarde divertida, haciendo deporte, y disfrutando de la naturaleza, el aire libre, la Laguna y, cómo no, de las grullas.





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