jueves, 12 de febrero de 2015

ESTE RÍO ESTÁ SUCIO, HABRÍA QUE LIMPIARLO…


Quién no ha oído alguna vez esta frase, bien con el río, bien con acequias, bien con cajeros...
Pero esta vez es el río el que se hace protagonista. La afirmación de “está sucio” ¿a qué hace referencia? A la calidad del agua, a los contaminantes sólidos, principalmente plásticos que recoge en sus orillas… ¿O es que tiene polvo?
Nada de esto. Cuando alguien dice que el río está sucio, hace referencia a la vegetación riparia.
¿Y cómo se limpia? Muy fácil, tenemos dos opciones. Cogemos un mechero y un periódico viejo y le pegamos fuego hasta que él solo se apague. 

Rio Jiloca a su paso por San Martin del Rio

La segunda opción, con una gran máquina excavadora “limpiamos” los taludes e incluso el lecho del río.

Rio Jiloca a su paso por Daroca

Cualquiera de las dos formas son válidas, el resultado tiene que ser que nos quede un río lo más parecido posible a un canal. Es decir, cuanta menos vegetación tengamos en sus orillas mejor, cuanto más plano esté su lecho mejor … sin las pequeñas cascadas que oxigenan el agua antes de entrar a remansos.

Rio Jiloca a su paso por Daroca

¿Pero por qué llamamos “limpiar” a hacer semejante barbarie? Un río es un ecosistema rico, único y autogestionable, además de ser una autopista para los organismos acuáticos y también las aves. Así es como yo personalmente se lo explico a los escolares cuando he tenido la oportunidad de hacerlo.
En paisajes duros, con clima extremo como el nuestro, donde los bosques y las sierras lejos quedan de unirse con el río, este es un auténtico corredor de vida, donde la fauna encuentra un lugar donde refugiarse, donde esconderse junto a los campos de cultivo desnudos de ribazos y árboles, donde poder expandirse y llegar a otras zonas, donde encontrar alimento y nidificar.
Por tanto no llamemos “limpiar” a lo que realmente es eliminar un hábitat, destruir un ecosistema y acabar con una riqueza, tanto de flora como faunística, única como son las riberas.

Ojos de la Rifa, Caminrreal.

En nuestro caso, el Jiloca, gravemente afectado por esta disminución continua de sus riberas, ha perdido totalmente su bosque de ribera, conservándose solamente en las hoces de Murero, hasta el estrecho de Villafeliche, donde carrascas, fresnos y sauces entrelazan sus ramas para crear una fracción de cabida cubierta (grado de recubrimiento del suelo por la proyección vertical de las copas de arbolado) cercana al 100%.

Rio Jiloca a su paso por Murero

Estos porcentajes altos hacen que la luz incida muy débilmente sobre el suelo y que el mismo ecosistema se autorregule impidiendo el desarrollo de zarzas, carrizos o juncos, que normalmente son el objetivo a eliminar en las “limpiezas” de los ríos. Así mismo permiten que el ecosistema de ribera alcance el clímax, con su orden de especies bien diferenciados: sauces (o sargatillos, en nuestra zona) en primera fila, seguidos de chopos y terminando con los fresnos y los olmos, que dejarían paso a los campos de cultivo o al carrascal dependiendo de la anchura de la vega.
Esta masa arbórea de un bosque de ribera adulto y desarrollado impediría, como hemos dicho antes, la aparición de zarzas y de otras especies colonizadoras leñosas. Estas especeis estarían presentes, aunque con ejemplares sueltos, no llegando a colonizar grandes zonas. Así, al no penetrar los rayos de sol directos en primavera y en verano, mantiene la humedad característica de las vegas, permitiendo el desarrollo de plantas herbáceas anuales y bianuales que sirven de pasto para ganados, consiguiendo el mismo resultado el invierno, cuando las pocas horas de luz son bien aprovechadas por las herbáceas al haber perdido los árboles sus hojas.

Rio Jiloca a su paso por Daroca

Hace años nuestros ríos seguramente tuvieron esta estructura. Hoy sólo quedan algunos sargatillos y algunos chopos sueltos y castigados por decenas de quemas. No queda ni rastro de los fresnos y de los lomos. Sin embargo, se han extendido los zarzales y la “maleza”, un claro ejemplo de regresión del ecosistema ripario.
Hemos bajado un par de escalones en el camino al clímax. Pero la esperanza no está perdida, todavía se puede recuperar, y que los árboles vuelvan a sujetar los taludes de las riberas y no tengan que ser la escolleras las encargadas de hacerlo.

Rio Jiloca a su paso por Daroca. Escollera en la salida de la Rambla de la Mina.

Que los fresnos den lugar bajo sus ramas a pastos para el ganado casi extinto en nuestras vegas. Y que cuando digamos limpiar el río, estemos hablando de retirar los plásticos que se han quedado enganchados en alguna rama de los sargatillos.

2 comentarios:

  1. ¿No se podría organizar, como en otros pueblos (ejemplo, en Cimballa, con el Piedra), alguna "limpia" de basura para ir mentalizando a la gente, especialmente a los jóvenes? Se podría empezar por un pequeño tramo, por ejemplo la zona entre el Puente de Tablas y el Puente de San Gregorio. Sé que vosotros estáis muy ocupados con los trabajos, etc, pero últimamente la gente se presta a muchas jornadas solidarias y al voluntariado. Sé que en Daroca, especialmente, es difícil movilizar a los jóvenes, pero... nunca se sabe. Al fin y al cabo, vosotros sois jóvenes y sois un ejemplo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por lo de ejemplo Maru jaja
    Pues sería una muy buena iniciativa la que nos propones, podríamos mirarlo e intentar sacarla delante de cara al buen tiempo. Aunque sea con un tramo simbólico como el que tú comentas, lo importante es crear poso y concienciar.
    Muchas gracias por leernos.

    ResponderEliminar