Esta semana pasada aprovechando
que los días todavía dan de sí y que la temperatura sigue siendo agradable,
hicimos una visita a una zona que tenemos poco visitada, la vecina comarca de
Guadalajara del Señorío de Molina – Alto Tajo.
Y qué mejor manera de conocer la
zona que con gente del lugar, enamorados de su tierra que tienen ganas de
enseñarte hasta el último rincón de su naturaleza, de su territorio.
El menú era rico, variado y muy
amplio, tanto que no nos daría tiempo en una jornada a visitar todo lo que hubiéramos
querido ver.

Esta cueva situada a más de 1.100
metros de altitud está cerrada con reja y cuenta con varios cientos de
galerías, aunque solo su primer seno y la parte más externa de la misma se
pueden ver en las visitas guiadas que hay que reservar en el museo de Molina,
visitas guiadas muy bien explicadas y que bien merecen la pena realizar.
Es una cueva que contiene
grabados y pinturas prehistóricas y restos arqueológicos, paleontológicos y
paleoantropológicos.
Las excavaciones arqueológicas
han puesto de manifiesto diferentes ocupaciones correspondientes al Paleolitico
Medio y Superior, Calcolítico y Alta Edad Media, pero según nos cuenta la guía
también sirvió de refugio para los vecinos de los pueblos cercanos durante la
guerra civil, y testimonio de ello son las firmas que se han encontrado
fechadas en sus paredes.
Sin duda una cueva que merece la
pena descubrir y que nos despertará al máximo nuestra vista y nuestra
imaginación para descubrir los tesoros que tiene guardados en sus paredes en
forma de grabados.
Tras visitar las cuevas marchamos
con un muy buen sabor de boca a visitar el El Castro de Peña Moñuz. Es un
poblado celtibérico fortificado que data de los siglos IV al II a.C. situado en
la localidad de Olmeda de Cobeta. Este castro está catalogado como Bien de Interés
Cultural (BIC) junto con los majestuosos árboles, que encontramos en una
magnifica dehesa de carrascas (Quercus ilex) y quejigo (Quercus faginea) con ejemplares realmente impresionantes, un
lugar perfecto para perderse paseando entre sus troncos.
Este castro lo encontramos en
proceso de excavación ya que desde el año 2006 se están realizando trabajos
arqueológicos en él bajo la dirección de Jesús Arenas Esteban.
Este poblado de planta
rectangular tiene dos de sus caras expuestas a un cortado natural de piedra y
las otras dos están definidas por una importante muralla de bloques de piedra.
Además una defensa de piedras
hincadas en el suelo con una anchura, se cree, de 12 a 16 metros, nos
dificultaría la llegada al foso que rodea el castro.
Convirtiéndose asi pues en un
enclave importante y, cómo no, recomendable de visitar.
Con el tiempo cayéndonos ya
encima volvimos por los pies del castillo de Alpetea para recorrer el fondo del
valle del río Gallo por la Virgen de la Hoz y regresar a Molina de Aragón,
donde poníamos fin a una jornada interesante natural y culturalmente que nos
atrevemos a recomendar a todo el mundo ya que no os defraudará.
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