martes, 17 de noviembre de 2015

El recuerdo de una fiesta grullera.


Foto Uge Fuertes.


La Laguna duerme bajo la boira, la luna menguante y Venus se van difuminando en el cielo conforme coges altura por el puerto de Val de San Martín, mientras tanto los primeros apretones de manos entre amigos grulleros se suceden a orillas de la Laguna.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta

La niebla sigue, pero la vida de la Laguna despierta, los trompeteos rompen el silencio en un amanecer tenue y tímido que parece programado para crear una atmosfera única y expectante, donde las grullas son difíciles de ver, pero el oído nos dice que están ahí, cerca, cada vez más cerca… Tan cerca que como si de detrás de una cortina salieran, se nos presentan sobrevolando vociferantes nuestras cabezas. 

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

Es un lujo, un privilegio, un despertar totalmente inmersos en el ritmo de la naturaleza, un despertar acompañados de amigos, pero también de gente que ves por primera vez, que sin decir nada sabes que están disfrutando de ese espectáculo que no olvidarán, que también se siente parte de la Laguna, y que se emocionan al distinguir el sonido de los jóvenes entre sus progenitores.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

La silueta de las grullas se oculta entre la niebla, mientras sus trompeteos se desvanecen en busca de los campos de cereal donde encontrarán alimento durante la mañana, el ritmo de la naturaleza sigue, y con él, el festival grullero y sus actividades.

Foto Uge Fuertes.

Es el momento de descubrir la Laguna, unos comenzando con el ecosistema estepario en Las Cuerlas, ese gran desconocido que alberga un sinfín de aves y que tanto cuesta entender y valorar algunas veces, una joya vestida de tonos marrones y pajizos que, lejos de ser valorado como se merece, se suele tachar de “secarral”. 

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

Después anduvimos al observatorio de la Reguera, mientras la niebla se levanta y ya nos deja ver la Sierra de Santa Cruz.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

Mientras tanto, a golpe de pedal otro grupo descubre el Campo de Bello desde el sillín de sus bicis. Las grullas siguen alimentándose y la mañana va transcurriendo tranquila y agradable, con una temperatura que acompaña, y que nos está dejando descubrir cada rincón de la Laguna.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.
Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

Las actividades continúan.  Es el momento de los más pequeños. 

Foto Uge Fuertes.

De que, como si de esponjas se tratase, se empapen en el taller de cajas nido de la importancia que tienen los viejos árboles que, huecos y retorcidos, son el refugio para las aves; de que en la naturaleza todo está ligado, que el respeto a estos árboles sigue con el asentamiento de aves insectívoras en el territorio, y en consecuencia con el control de insectos y plagas.

Foto Uge Fuertes.

Es el momento de que aprendan a construir cajas nido para ayudar a estas aves en zonas como la Cuenca de Gallocanta, donde los árboles no abundan, y también, de que den alas a su imaginación con la decoración de las cajas nido construidas con sus manos, y que tengan el sueño de que un día sean las alas de un pajarillo, las que escojan su cajita para sacar adelante a su prole.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.
Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.














La naturaleza sigue, las grullas siguen comiendo por la tarde en la llanura cerealista, y los visitantes de la Laguna se siguen agrupando en las zonas más estratégicas con la mirada en dirección contraria al agua salada. Todos estamos expectantes de que aparezcan esas líneas negras en el horizonte, que con vuelo firme y bullicioso en el cielo anaranjado cada vez se acercan más.


Igual que al amanecer pero esta vez con mucha más gente alrededor, nos sentimos dentro del curso de la Laguna, la vida sigue, y estamos dentro, viendo cómo miles y miles de grullas se acercan en formación para adentrarse en el humedal donde pasarán la noche, y con la caída del sol esperarán a que el amanecer del día siguiente las conduzca de nuevo a alimentarse, a seguir su rutina, a continuar su migración.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

Y allí, trompeteando en la oscuridad las dejamos nosotros, que intentando sacar el máximo partido a este día lleno de actividades nos dirigimos a Allucant, donde con un taller de elaboración de pacharán casero despediremos la tarde, entre cestos, endrinas y buena compañía.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.

Sólo nos queda despedir el festival con la música nocturna, bajo la presencia de Orión presidiendo el cielo, y anunciándonos que las estrelladas noches invernales están a punto de llegar, como llegarán las grullas camino del Norte en febrero, y con el otro festival grullero que ocupará el buen recuerdo que ha dejado este pasado.

Foto Asociacion Amigos de Gallocanta.    
Foto Uge Fuertes.

2 comentarios:

  1. Bonito recuerdo, muchas gracias, Agustín. :D
    Sabi.

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  2. Precioso artículo, Agustín. Leyéndolo, se vive el frío de la tarde, el espectáculo de las grullas y la amistad.

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