Hace unos días, estando
trabajando en el Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta, apareció
por allí un señor que, con cámara de fotos en mano y ganas de conversación, se acercó.
Empezamos a hablar de los mejores sitios
para hacer fotos al atardecer, de dónde se vería mejor la salida de grullas con
los primeros rayos del sol, etc. Me comentó que el domingo tenía reservado un
“hide” (puesto de fotografía) para fotografiar las grullas que en esta época del
año inundan de vida y dan alegría a estas tierras.
Este hombre es una de esas
personas que se acercan a un territorio con verdaderas ganas de conocerlo, de
esas personas que van con la mochila abierta para ir llenándola de las
vivencias de las gentes de la zona, de los rincones que muchas veces al
visitante de un día se le escapan, de las anécdotas que se comentan el los
bares al caer la luz del día… Y entre estas conversaciones que tuve con Joan,
me comentó que tenía un blog (al que os quiero dirigir con el enlace de más
abajo) y que, si no nos importaba, le gustaría hacernos unas fotos para
publicar un pequeño artículo en él. Al entrar en el blog, descubrí no solo las
magníficas imágenes que tenemos tanto de Gallocanta como de otros muchos lugares,
sino lo que todavía es más importante: la manera de narrar las vivencias pasadas
en cada escenario fotográfico. La verdad, es un magnífico trabajo tanto
artístico como humano. Espero que disfrutéis de este blog tanto como lo he
hecho yo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias Agustín por tus bellas palabras para quien intenta un tuteo con la naturaleza y sus gentes.
ResponderEliminarMientras viajaba escuchaba Labordeta i al llegar al la primera posada se me antoja pedir unas migas para escalfar el temple y un buen vino para prevenir el desasosiego.
El cierzo daba sus últimos escobazos en la plaza de Tornos cuando una estela de grullas enfilaba las sendas del Jiloca a Gallocanta y los rojos rubí de un cielo que se asemejaba a un crisol ardiendo sobre el campanario de Bello y sus hileras de capillas bordeando sus campos.
En una de ellas una virgen morena... Montserrat ... paré el coche y anduve un buen trecho dejándome acariciar por el frío, el aire y el olor a leña ... Estaba en casa !. Asi me hicisteis sentir. Tu, tu pueblo y tus compañeros.
Gracias por todo y por dedicar vuestra vida a mostrar la naturaleza con sentido común y respeto!.
Como fotógrafo sólo intento ser un testimonio para dar fe de cada instante.