A finales del pasado mes de junio me acerque a seguir
haciendo el seguimiento del nido de alimoche que protagoniza con esta, la
tercera entrada en este blog, y que tienen como objetivo la difusión y puesta
en valor de un ave poco conocida, y que en su conocimiento puede estar su conservación.
Alimoche en el nido. 22 jun 2016.
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Dejando el coche a gran distancia voy cogiendo altura hasta
unas rocas que están enfrente del nido, aunque a muy larga distancia, de hecho a
simple vista solo se intuye un bulto blanco en el nido cuando ya sabes dónde está,
mi sorpresa era que conforme me acercaba a la zona de observación ese bulto
blanco que se corresponde al adulto no lo lograba distinguir a simple vista, parecía
como si el nido estuviese vacío siendo que la última visita que hice (Un alimoche cerca de nosotros. Segunda parte.) pude comprobar que al menos un
polluelo había nacido y se escondía bajo sus padres.
Alimoche en el nido. 22 jun 2016.
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De repente los dos miembros de la pareja aparecieron volando
por el horizonte sin acercarse ni siquiera al nido, esto no me daba buena
espina, quizás la cría de este año se hubiera ido al traste por alguna razón, o
el nido hubiera sido depredado, o quién sabe...
Unos metros más andando y ya me situo en la zona de observación,
alejado del nido y sin causar ninguna molestia a la aves, despliego el catalejo
enfoco el nido y…. ahí estaba el pequeño alimoche sano y salvo, de un tamaño
considerable, solo en el nido, sin hermanos, sin padres, observando lo que pasa
a su alrededor, inmóvil la mayoría del tiempo e inquieto cuando los gorriones
chillones se acercan demasiado o sus padre hacen un vuelo cercano a la pared
donde se encuentra su nido.
Yo inmóvil también me quedo observando lo que pasa alrededor
del nido, los aviones roqueros, los gorriones chillones y los roqueros
solitarios son los principales vecinos de estos alimoches, mientras tanto expectante
miro el nido a la espera de que un adulto se pose en él y lleve algo de comida
para el pequeño, pero no hay suerte, me deleitan con sus vuelos y sus planeos
justo por encima de mí, ofreciéndome esa silueta inconfundible que tiene el alimoche
con sus alas largas y curvas que recuerdan la vela de alguien practicando Kitesurf,
y su cola en forma de rombo o cuneiforme, una silueta que poco a poco se va
alejando desaparece por el horizonte.
A los pocos minutos otra silueta de mayor tamaño se deja
adivinar, viene hacia mí, la consigo enfocar con el catalejo en vuelo y resulta
ser una de mis rapaces preferidas, un águila culebrera que se aproxima muy rápida
hacia el nido, el pequeño alimoche se “agazapa” en el nido, y se queda más
quieto que nunca, realmente da la impresión de que la culebrera va a depredar
el nido, pero tras dos pases a escasos dos metros del nido del alimoche, el águila
se aleja un poco y aparecen los alimoches adultos que empiezan a incomodarla
hasta que se retira de la zona.
Alimoche en el nido. 22 jun 2016.
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Y ahora sí, los adultos van volando cada más cerca del nido
hasta que empiezan a hacer paradas fugaces en él, como si solo fueran a dar
vuelta de su pequeño, unos segundos y otra vez en vuelo, sin aportar nada al
nido, sin llevarle comida, pero el pequeño tiene algo de lo que se alimenta,
una piel o un trozo oscuro de carroña, pero está muy lejos para distinguirlo.
Alimoche en el nido. 22 jun 2016.
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El pequeño alimoche con el vuelo cercano de sus padres se
siente seguro y se atreve a erguirse en el nido se mueve, con medio cuerpo
cubierto todavía de plumón ya parece como si quisiera salir a surcar el cielo
con sus padres, demasiado temprano pero pronto empezará a ejercitar las alas y
a mostrarnos su cuerpo totalmente vestido plumas, pero eso ya será para la
cuarta parte.
Alimoche en el nido. 22 jun 2016.
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