Hace unos meses desde la Asociación Amigos de Gallocanta se publicóun artículo en diversos medios de comunicación hablando del trabajo que hacen
las aves rapaces en el control de poblaciones de roedores, y enfocado a la explosión
demográfica que se había dado este verano pasado en la cuenda de Gallocanta de
Topillo Campesino (Microtus arvalis),
y la alta concentración de rapaces que se podían ver en la zona buscando a
estos micromamiferos que son la base de su dieta.
El verano llega a su fin, y las aves rapaces en la cuenca de
Gallocanta pasan a un segundo plano, siendo eclipsadas por las grandes
migradoras que llegan del norte, las grullas.
Grandes y elegantes, fáciles de ver con sus bulliciosas
siluetas dibujadas en los atardeceres naranjas de la laguna, estas aves también
se ponen en el punto de mira de las críticas de agricultores, siendo su alimentación
principalmente granívora (al menos en su estancia en la cuenca de Gallocanta) estas
aves se dejan ver el los sembrados cerealistas alimentándose, no solo de la
semilla de cereal, sino también de cualquier otra semilla que puedan encontrar,
como es el caso de las “capitanas”.
Estas aves ya nos están dejando, y van difuminando sus
formaciones de flecha apuntando hacia el norte para dirigirse a sus zonas de cría,
pero antes de marchar a mí personalmente me han dejado sorprendido. Como siempre
con el paso en migración de febrero, el amigo extremeño Luis Salguero ha venido
a visitar la laguna de Gallocanta, y hacer seguimiento de grullas anilladas.
La semana pasada después de la jornada grullera, hablando
con Luis, me dijo, que había visto como una grulla capturaba un topillo, lo cogía
con el pico, y como si se tratase de las gallinas en el corral cuando cogen una
buena lombriz, en corrían a la portadora de la presa.
Para mí fue una sorpresa saber que las grullas capturaban
topillos, nunca lo había visto, a partir de ahora abra que fijarse más.
Pero para no terminar con la sorpresa, este sábado bien
temprano veía como despertaban las grullas en la Alberca de Alboré, en el
embalse de La Sotonera.
Con prismáticos y telescopio en mano, me puse a mirar patas
y patas de grulla en busca de esas anillas de colores, de las que más adelante ya
os hablare.
En esta búsqueda de anillas, una silueta blanca inmóvil y en
posición de cazar me sorprendía en medio de un sembrado, era una garceta grande
(Ardea alba) que detuvo mi búsqueda de
anillas unos minutos para observar que es lo que estaba acechando en los campos
de cultivo.
De repente, como cuando están pescando en la orilla de un
embalse, la garza desplego su cuello arponeando a su presa, pero esta vez no
era una carpa, ni una madrilla, ni un alburno, esta vez se trataba de un
Topillo campesino, que zarandeo un par de veces para acabar con su vida, y como
si de un pescado se tratase se lo trago de un golpe.
Asi pues las grullas se marchan dejándonos una lección aprendida,
y es que todo el mundo sabe la importante labor que cernícalos, o lechuzas
pueden hacer en la lucha biológica contra los roedores, nada más y nada menos
que una pareja de lechuzas que se establezca en un territorio, acaba con más de
15.000 roedores al año.
Pero no son las rapaces las únicas que llevan a cabo esta
alianza con los agricultores en el control de plagas, grullas, garzas, cigüeñas
etc.
También amplían su alimentación capturando micromamiferos.
Ahora nos fijaremos más, y valoraremos a estas aves también,
por el control de micromamiferos que llevan a cabo.
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