Luz anaranjada que tiñe Daroca
cuando la noche reclama su momento, monumentos y torreones que vestidos con
iluminación cálida invitan a fotografiar en la noche.
Farolas que dan una luz cálida,
agradable, humana. Luces que dejan ese sabor a pueblo, que te traslada sin
demasiado esfuerzo a imaginar la ciudad medieval en todo su apogeo.
Resplandores que invitan a recorrer el entramado medieval de Daroca en la caída
de la noche, a respirar el olor a tierra mojada sintiendo los adoquines bajo
tus pies, a recorrer las iglesias de San juan, de Santo Domingo, la Colegiata
de Santa María o la de San Miguel.
Que invitan a sentarte en el
paseo de los poetas y el ingenio a observar cómo luce Daroca bajo la dominante
estampa del Torreón de San Jorge, mientras las chimeneas que quedan exhalan sus
últimos alientos de leña quemada por los callejones empedrados.
Luces que ayudan al turista a
sentir un trato cercano de los Darocenses, a sentirse como en casa, a quedar
cautivados por la tranquilidad de sus calles. Luces que invitan a no dejar de
descubrir esos rincones con encanto, que a los ojos del que vive en Daroca
pueden pasar desapercibidos, pero que están ahí para todo aquel que quiere ver
la magia que se encierra en ellos.
Luces que hoy me hacen rescatar
imágenes de mis recuerdos para poder escribir estas palabras, luces que todavía
nos permiten rescatar ese sabor a pueblo de nuestro paladar, pero luces que ya
no están, que se han ido, que se han sustituido.
Que se han cambiado por todo lo
contrario, por luces blancas, frías, que no invitan a recorrer la ciudad ni a
perderse por sus callejones, luces que rompen por completo la atmósfera
medieval que envuelve a Daroca, que tiran por tierra las fotografías nocturnas
desde las zonas más altas.
Luces eso sí, de más bajo consumo
que las anteriores, pero que para nada tienen por qué estar reñidas con la
estética y la ambientación de la ciudad. No somos el único pueblo, ni la única
ciudad, que con sus luces anaranjadas invita al visitante a recorrer en la
noche su tramado, ni tampoco seríamos el primer pueblo en compaginar calidez y
ahorro energético en su iluminación. Sin ir más lejos, Albarracín brilla en la
oscuridad con sus farolas anaranjadas de bajo consumo, y además con la
elegancia de no tener ningún cable visible en las fachadas.
Estas luces anaranjadas con su
último aliento en nuestras retinas sólo nos permiten dejar unas preguntas en el aire, sin saber si tendrán
respuesta. ¿Volveremos a ver las calles de Daroca envueltas en ese ambiente
anaranjado de sus farolas? ¿Volveremos a ver sus torres y torreones iluminados?
¿Realmente apostamos por el turismo, y por cautivar al visitante?
No puedo estar más de acuerdo... ¡Luces con calor YA! ¡Gracias, Agustín!
ResponderEliminarSabi.
Tienes mucha razón, Agustín, en tus comentarios. Muchos comparten tus impresiones. Hasta yo, que soy de naturaleza despistada, me he dado cuenta de la poca luminosidad y la falta de calidez de la luminaria actual. Últimamente ni siquiera el torreón del Caballero de la Espuela tiene luz. Algo falta en el conocido perfil nocturno de Daroca, algo que, según dicen, también se ha llevado la crisis. Sigue así. Ya te he dicho en alguna ocasión que tienes alma de poeta.
ResponderEliminaryo ya lo publiqué el sábado en fb y dos técnicos apuntaron la existencia de soluciones mejores.... parecemos un polígono industrial
ResponderEliminarHan elegido mal la temperatura de color. Error típico cuando no te asesoras y dejas que te vendan mala tecnología, como ha pasado en gran parte de los municipios pequeños de Aragón. Como sea LED, tenemos para muchos años...
ResponderEliminarSiguiendo de cerca el caso, como experto en materia energética. Aparecen más información en torno al Ayuntamiento de Daroca y el tema de la iluminación:
Eliminarhttp://www.daroca.es/upload/1901.PDF
Esta en concreto me parece buena idea, pero no hace referencia a la Calle Mayor...